“A mi ‘apá nunca le gustó la coca”, recuerda Giraldo Martínez, campesino y cultivador del municipio Valle del Guamuez en el Putumayo, al contar porque decidió cambiar la siembra de hoja de coca por la de pimienta. Giraldo asegura que gracias a la siembra de cacao y de pimienta “no gana igual” que, si lo hiciera con la coca, pero este tipo de cultivo le ayuda a vivir en paz y con lo necesario para vivir bien con su familia. “Me dicen que deje de ‘joder’ con estos cultivos y que me ponga a cultivar coca que, si da”, pero Giraldo reconoce que prefiere vivir tranquilo y no hacer parte del ciclo de la violencia que se crea por medio del cultivo de coca.
Esto ha permitido que, muchas familias, del Putumayo, haya podido reemplazar los cultivos ilegales por opciones “más sanas” como diría Giraldo; una de estas experiencias es la de Mary Luz Casas Machín, una de las propietarias de la Ruta del Chocolate, una experiencia completamente creada alrededor del Cacao. Ella recuerda que al principio no estaba muy convencida de lo que se estaba haciendo, pero hoy asegura que “esto es lo que quiero hacer para el resto de mi vida”, apunta.
Y es que, para Mary Luz, la experiencia de la mujer dentro de la cultura del cacao es algo muy valioso, ya que “el trabajo del cacao cultura es algo que se puede hacer”, sin importar si se es hombre o mujer, por lo que se puede apropiar de este tema ya que lo más importante es “tener ganas para hacerlo”, enfatiza.
Y es que, tanto para Mary Luz, como para Giraldo, los proyectos productivos del PDET han representado un cambio de vida; ya que tanto la pimienta como el cacao, como dice Mary Luz “sabe y huele paz”. Ambos coinciden en que la paz es parte de la transformación social, no solo del país, sino de cada una de las regiones que han sido impactadas por este tipo de proyectos productivos.